Articulos de Interes
Decisiones Alimentarias: hambre real vs. hambre emocional
El medio ambiente físico, social y emocional puede influir de forma negativa sobre nuestras decisiones a la hora de comer y beber.
Dra. Mónica Katz Médica Especialista en Nutrición - M.N. 60.164 - Universidad Favaloro/Centro.
"No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación". Milan Kundera
Las decisiones que tomamos cada día repercuten en nuestra vida. Un estudio realizado en la Universidad de Cornell, Estados Unidos, permitió detectar que, por día, tomamos alrededor de 200 decisiones relacionadas con la alimentación, pero registramos sólo 20. Por eso el medio ambiente físico, social y emocional puede influir de forma negativa sobre nuestras decisiones a la hora de comer y beber.
Esto sucede sobre todo porque minimizamos nuestras actitudes frente a la comida. Comer o beber no son comportamientos en los que estamos muy involucrados. Entonces cualquier otra conducta deja en segundo plano la decisión alimentaria. El punto es que una vez superados los niveles de supervivencia, no comemos por hambre real. La mayoría lo hace por hambre emocional y hedónico, es decir sin padecer déficit de calorías.
Hambre Emocional:
En un trabajo publicado el año pasado pudimos confirmar que de 500 participantes, las mujeres tendían a comer por emociones (ansiedad, tristeza, cansancio y enojo) mucho más que los hombres.
Analicemos primero el hambre emocional. Las emociones tienen la función básica de permitirnos adaptarnos al medio y a los otros. Si obturamos emociones con comida, perderemos nuestra única guía. El problema es que desde chicos nos enseñan a no sentirnos mal: se pretende que la vida sea una eterna zona de confort. Si nos caemos, nos dan golosinas. Si estamos tristes, nos llevan a tomar un helado. Pareciera que las emociones son peligrosas...
Pero en realidad no lo son. Aceptarlas, dejarse atravesar por ellas, por más molesto que sea, ponerles nombre, crear un espacio para tomar conciencia de lo que se siente, es siempre la mejor estrategia. Para ello se pueden utilizar diferentes técnicas de postergación, relajación o distracción.
Hambre Hedónico
Por otra parte está el hambre hedónico, es decir por simple placer, por disponibilidad. Este tipo de hambre es especialmente "disparado" por alimentos sabrosos. Frente al hambre hedónico, el secreto es armar lo que llamo "ambiente seguro". Esto implica comprar cada día sólo lo que consumiremos y no almacenar aquello que nos dispara picoteo o descontrol.
A pesar de que en la vida no existe ensayo, como sostiene el gran Kundera, sin duda, frente a esta epidemia de sobrepeso y obesidad, el secreto es combinar un plan de ejercicio físico, una dieta saludable y también aprender a detectar las señales de hambre real y emocional para transitar el camino de la salud y disfrutar de un cuerpo cómodo y sano.
* Médica Especialista en Nutrición. Fundadora del Equipo de Trastornos Alimentarios del Hospital Municipal Dr. Carlos G. Durand y directora de los Cursos de Posgrado de Nutrición de la Universidad Favaloro.